AMÉRICA EN MISIÓN: A LA LUZ DEL V CONGRESO MISIONERO AMERICANO REALIZADO EN BOLIVIA

Redacción CAL
02/08/2018
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las_sorpresas_de_Dios

“Nos propusimos un Congreso “que desde el inicio estuviera en línea con la visión del Pontífice”, de acuerdo a una enseñanza clara desde el inicio de su pontificado, “si no es misionera, si no evangeliza, la Iglesia no es ella misma”, dice el Cardenal Fernando Filoni -enviado del Papa Francisco al Congreso Americano Misionero en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia- en una entrevista a L´Osservatore Romano.

Habiendo asumido los aspectos que debemos afrontar como Iglesia que somos, el cardenal continúa diciendo “la gran crisis de la familia, tema central no sólo desde el punto de vista eclesial sino también social y civil. Después la violencia y el desprecio de la vida: aquí está claro cómo la violación de la dignidad humana hiere tanto el corazón de la Iglesia como el de la sociedad. En consecuencia se ha señalado el tema de la violación de los derechos humanos y esto se ha ligado al aspecto del predominio económico sobre la persona”. Y añadía otras emergencias a afrontar como “la falta de justicia, la poca solidaridad, la explotación de la tierra y de los pueblos indígenas, la violencia contra las mujeres y los niños, la secularización, el relativismo, las migraciones”, además de los aspectos sombríos de la misma Iglesia, golpeada sobre todo por los escándalos de la pederastia, el descenso de las vocaciones sacerdotales, la modernidad débil y relativista así como la negatividad y la inmoralidad inherentes a dicha modernidad, como se señalan en las primeras conclusiones del CAMV.

Vivido con Sentido misionero y evangelizador y con Audacia profética, este Congreso va a fomentar a partir de ahora cambios en las actividades y en las estructuras eclesiales, de modo que esta Iglesia “en salida” responda con fidelidad a Dios en su misión abierta “Ad Gentes”, especialmente a los pobres y a los descartados, a los que no conocen ni a Cristo ni los valores que emanan del Evangelio de la Alegría. Monseñor Filoni apuntaba a “la centralidad de Cristo –la misión no es una obra simplemente filantrópica -, la salida a las periferias, tan querida por el Papa Francisco, y la responsabilidad que las Iglesia tienen de sí mismas, reflejado en cómo muchas Iglesias en el continente americano, “ante la pobreza de clero, de religiosos, de recursos, ya no piden ayuda al occidente europeo, sino que se hacen cargo de ello como diócesis”.

Durante 5 días se trabajó guiado por los temas del Congreso, iniciados por magnas ponencias, y continuados cada día por talleres, conversatorios y subasambleas. Los temas tratados fueron los siguientes

·         “La alegría Apasionante del Evangelio”, a cargo de Mons. Guido Charbonneau (Honduras).

·         “Anunciar el Evangelio al mundo de hoy” a cargo de Mons. Santiago Silva (Chile).

·         “Discípulos testigos de la comunión y de la reconciliación” a cargo del P. Sergio Montes, S.J. (Bolivia).

·         “Misión Profética de la Iglesia hoy” a cargo de Mons. Luis A. Castro (Colombia)

·         “Misión Ad gentes en América y desde América”, por Mons. Vittorino Girardi (Costa Rica).

Al finalizar la misa de clausura, presidida por el arzobispo de Santa Cruz, el P. Pepe Cervantes - coordinador de la comisión teológica- después de agradecer a quienes colaboraron en la organización y celebración del evento, resumió en once temas las propuestas de renovación pastoral misionera de la Iglesia en América:


1. Educar en la alegría del resucitado y de las bienaventuranzas

Hay que potenciar al máximo entre los servidores de la palabra de Dios, el conocimiento y la profundización en el misterio central de la fe cristiana, que es el misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesús y compartir sistemáticamente la alegría del mensaje de las bienaventuranzas con los valores del Reino de Dios y su justicia, fomentando la opción preferencial por los pobres y la creación de espacios de atención a los que sufren y a los excluidos.

2. Salir a las periferias del mundo para ir al encuentro de los “otros”

Las comunidades cristianas deben salir a las periferias del dolor, de la marginación y de la pobreza, fomentando espacios de diálogo y de alegría. Hay que crear medios, métodos e instrumentos para ir a los alejados de la fe y transmitirles la alegría del evangelio con un corazón abierto a la universalidad. Es preciso avivar la alegría del evangelio en la diversidad cultural de nuestros pueblos con una atención particular al mundo indígena, a los inmigrantes y a las víctimas de la violencia y de la droga. Hay que llevar los valores del evangelio a los ambientes generadores de cultura en las universidades e instituciones educativas, así como en los medios de comunicación y en las redes sociales.

3. Fomentar el conocimiento de la Biblia

Es preciso promover el conocimiento de la Biblia, especialmente de los evangelios, para la renovación cultural y el encuentro entre culturas y pueblos y entre las diversas religiones. Hay que construir espacios abiertos en las universidades y también en las escuelas interparroquiales misioneras.

4. Promover las comunidades misioneras

Es necesario apoyar al máximo las comunidades misioneras, las comunidades eclesiales de base y los movimientos eclesiales, como forma concreta de la Iglesia inmersa en el mundo y en las realidades humanas, sociales y políticas. Se recomienda utilizar el método de la revisión de vida con sus tres pasos fundamentales: ver, juzgar y actuar, como instrumento de análisis y de transformación personal, eclesial y social con la fuerza del Espíritu.

5. Promover la comunión de bienes con los pobres

Se deben crear y desarrollar instituciones de caridad (Cáritas) en todas las comunidades cristianas parroquiales y no parroquiales para practicar la solidaridad y las obras de misericordia de manera organizada y estructurada ante las necesidades materiales y sociales de nuestra población, especialmente entre los más pobres y necesitados. El ideal es formar la comunidad de bienes (“koinonía”), compartiendo los bienes espirituales y materiales con las personas necesitadas.

6. Promover la reconciliación en todos los ámbitos de la vida

Es necesario fomentar la práctica del sacramento del perdón y de la misericordia de Dios, promoviendo la reconciliación en las comunidades y parroquias. Tenemos que educarnos en la reflexión, la escucha, la valoración mutua, el respeto, la comunicación y el encuentro, el amor, el perdón, el olvido, la alegría sana, la felicidad compartida, la serenidad, la lucidez, la armonía. Asimismo hay que mantener el diálogo interreligioso, orientado a la reconciliación. La Iglesia debe colaborar para que los actores sociales y políticos participen activamente en los procesos de reconciliación. Sobre todo se debe potenciar la opción preferencial por los pobres como vía de reconciliación entre los hombres y grupos sociales. También es importante la reconciliación ecológica en favor de la creación de Dios, cuidando con responsabilidad nuestra casa común, la “hermana, madre tierra”.

7. Concienciar sobre la misión profética y liberadora

Se debe despertar y alimentar la conciencia de la vocación misionera de toda la Iglesia y de sus miembros en el servicio al mundo entero. Para ello las conferencias episcopales deben elaborar un proyecto misionero para impregnar los planes pastorales y renovar las estructuras de evangelización. Se debe acudir a los ámbitos donde aún no se conoce a Cristo o no se viven los valores del evangelio, particularmente en las comunidades indígenas y también en las personas dedicadas a la gestión económica, empresarial, social y política. Debemos ir a las periferias existenciales al encuentro de los alejados. Se propone la creación de un “observatorio eclesial americano de los derechos humanos” que estudie y comunique informes con estilo profético sobre situaciones de marginación, opresión, injusticia, corrupción y extorsión de los derechos humanos, sociales, políticos y económicos.

8. Evangelizar la familia, clave de la transformación social y cultural

Hay que dar mucha mayor atención pastoral a la familia y a sus problemas. Tomando como modelo la familia de Nazaret, las familias cristianas deben ser comunidades de vida y de amor. Para ello se debe formar a los jóvenes para que experimenten la vivencia madura del amor como entrega total a las personas necesitadas. Especialmente en las parroquias hay que atender a los que se preparan al matrimonio. Enseñar el respeto a la dignidad de la persona en el marco familiar, evitando los maltratos particularmente a las mujeres y a los niños. Desde las familias y desde las parroquias hay que educar a los jóvenes sobre el sentido y el valor de la sexualidad y de la vida como un don de Dios desde el primer momento de la concepción hasta la muerte natural.

9. Potenciar una Iglesia misionera más ministerial y laical

Se deben romper los moldes de una Iglesia demasiado clerical y abrir caminos firmes y decididos hacia la participación de las mujeres que asuman su responsabilidad testimonial y misionera, orientada al servicio de las personas pobres, enfermas o necesitadas. En esta línea nace la propuesta de un nuevo ministerio laical femenino reconociendo el extraordinario servicio a la evangelización que realiza la mujer en la familia, en la sociedad y en la Iglesia.

10. Promover y cuidar las vocaciones sacerdotales y religiosas

Se hace necesario y urgente promover y cuidar las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa como formas de vida netamente evangelizadora y profética. Para ello hay mejorar la formación en los seminarios y en las casas religiosas para vivir plenamente la radicalidad del envío de Jesucristo muerto y resucitado con entusiasmo, transmitiendo la inmensa alegría de la venida del Espíritu de las bienaventuranzas

11. Celebrar la fe y la religiosidad popular en clave misionera

Es preciso mejorar las celebraciones de los sacramentos, especialmente la Eucaristía, cumbre y fuente de nuestra vocación cristiana. Hay que preparar con esmero la acogida cordial y potenciar los gestos y signos, cuidando el lenguaje, la homilía, los cantos, la música, las moniciones. De esa manera se conectará mejor con la sensibilidad, las preocupaciones y las inquietudes del hombre de hoy. Especialmente hay que renovar los sacramentos del perdón y de la reconciliación, el bautismo, el matrimonio y la unción de los enfermos, así como los demás sacramentos, sin descuidar la gran importancia de los funerales. Asimismo es preciso depurar y orientar según el evangelio, la rica religiosidad popular y la devoción a la Virgen María.
El Congreso ha sido una demostración de entusiasmo, servicio, dedicación y alegría.

Terminó el 14 de julio, después de haber sido vivido con intensidad, iniciado y concluido con celebraciones eucarísticas vivas, con la participación de los cardenales Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y delegado especial del Papa Francisco para el CAMV y el cardenal boliviano Toribio Ticona, presidido por Mons. Sergio Gualberti, Arzobispo de Santa Cruz, y dirigido por Mons. Eugenio Scarpellini, coordinador del mismo y director de las Obras Misioneras Pontificias en Bolivia. También con la participación de Mons. Giovanni Pietro Dal Toso, Presidente Internacional de las OMP, la Hermana Roberta Tremarelli, Secretaria General de la Obra Pontificia de la Infancia Misionera, todas las delegaciones americanas de las Obras Misionales Pontificias, los miembros de la Conferencia Episcopal de Bolivia en pleno, un gran número de Obispos de América y de otros países, sacerdotes, personal religioso y una multitud de laicos. (3177 participantes inscritos); además de 3830 voluntarios acogedores de los misioneros y familias cruceñas que los han recibido en sus casas.