Beatificación del padre Stanley Francis Rother, misionero en Guatemala

A través de su vida de.servicio y sacrificio, el Padre Stanley Rother ejemplificó la llamada al discipulado misionero.

María Ruiz Scarpelanda
10/10/2017
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El Papa evocó la beatificación del p. Stanley Francis Rother, misionero en Guatemala, asesinado por los militares en 1981, tras el rezo del Ángelus del domingo 24 de septiembre de 2017, en la plaza de San Pedro. “Queridos hermanos, dijo el Papa en esa ocasión, en Oklahoma (ciudad de los Estados Unidos de América) fue proclamado beato Stanley Francis Rother, sacerdote misionero, asesinado por odio a la fe por su trabajo de evangelización y promoción humana en favor de los más pobres de Guatemala”. “Que su ejemplo heroico nos ayude a ser testigos valientes del Evangelio, por un compromiso por la dignidad humana”, añadió el Papa.

Publicamos a continuación un artículo sobre el nuevo beato, de María Luisa Scarpelanda, retomado de la revista “Columbia” de los Caballeros de Colón (ejemplar de septiembre de 2017, anterior a la beatificación.

El amor de un pastor

por María Ruiz Scarpelanda

Una tarde calurosa de verano en Oklahoma, un sedán café partió hacia el Condado de Kingfìsher. El año era 1973 y uno de los pasajeros era el Padre Stanley Rother, un cura misionero que se convertiría más tarde en el primer mártir nacido en EE.UU.

“Estaba en octavo grado. Mi amigo Jerry y su padre, Vince Mueggenborg y yo llevábamos al Padre Rother y a dos de sus feligreses a diferentes granjas”, recordó el Tesorero Supremo Ron Schwarz, originario de Oklahoma.

“Estábamos buscando equipo agrícola útil, cosas que pudiera utilizar en la misión de Oklahoma”, explicó Schwarz, quien nunca olvidará ese día en que escuchó las historias del Padre Rother.

Lo que realmente impresionó a Schwarz a los 13 años fue la manera en la que el Padre Rother hablaba de la vida en la Guatemala rural. “Cuando hablaba de su parroquia y sus feligreses en Santiago Atitlán, uno se daba cuenta de que los amaba profundamente. Se veía en su rostro su amor y su dedicación por la gente.”

El Padre Rother sirvió en la parroquia de Santiago Apóstol en Santiago Atitlán,

Guatemala, por el resto de su vida. En 1981, la sangrienta guerra civil de Guatemala alcanzó a su remota misión. El Padre Rother fue amenazado y se le pidió que abandonara el país. A pesar de que su nombre se colocó en la lista de los más buscados, eligió permanecer entre sus amados parroquianos.

El 28 de julio de 1981, el Padre Stanley Rother fue asesinado a la edad de 46 años por tres asaltantes desconocidos que irrumpieron en la casa parroquial. El Papa Francisco lo reconoció formalmente como mártir el 2 de diciembre de 2016 y su beatificación se llevará a cabo en la Ciudad de Oklahoma el 23 de septiembre.

De granjero a misionero

La forma en que un párroco de una pequeña comunidad agrícola alemana de Oklahoma llegó a vivir y morir en un pequeño pueblo en Guatemala es una historia llena de maravilla y de la providencia de Dios.

Stanley Francis Rother nació en Okarche, Okla., durante una tormenta de polvo el 27 de marzo de 1933. Fue el mayor de cinco hijos, creció en una granja en una familia católica devota y asistió a la Escuela Católica Holy Trinity en Okarche durante 12 años. Como. seminarista, Stanley regresaba a casa entre semestres para ayudar a la cosecha.

En esta vida ordinaria en la parte rural de Oklahoma, Stanley experimentó primero un encuentro personal con Cristo, el Buen Pastor. Aprendió a ser un hombre de oración y un servidor activo con el firme deseo de convertirse en sacerdote. Obtuvo la perseverancia necesaria para confiar en Dios cuando los estudios mostraron ser un duro reto en el seminario. Y aprendió el amor y la compasión que lo llevaron a sacrificar su vida por el Evangelio y por sus ovejas.

“Esta familia extendida, junto con las experiencias de las comunidades de la iglesia y la escuela, estaba conectada con nuestra familia inmediata en el desarrollo de una vida de fe profunda”, explicó la hermana Marita Rother, miembro de la comunidad religiosa de los Adoradores de la Sangre de Cristo en Whichita, Kan., y hermana del Padre Rother. “Las clases de religión, las Misas diarias, la preparación sacramental, el rosario diario en la casa, la hora santa del domingo por la tarde y la bendición, junto con otras prácticas religiosas de temporada, estaban integradas a nuestra vida diaria.

Cuando el Papa San Juan XXIII solicitó a inicios de los años 60 que los países del norte de América enviaran misioneros a Centro y Sudamérica, la iglesia de Oklahoma respondió.

En 1964, la entonces Diócesis de la ciudad de Oklahoma y Tulsa se encargó del cuidado de la iglesia de Santiago Apóstol, la parroquia más antigua de la Diócesis de Sololá, Guatemala, que data del siglo XVI. Ningún sacerdote residente había servido a la comunidad indígena Tz’utujil de Santiago Atitlán por más de un siglo.

Como sacerdote recién ordenado en 1963, el Padre Stanley no habría sido considerado para el equipo inicial de la misión. Pero después de cinco años como pastor asociado en varias parroquias en el estado, se ofreció a servir en la dinámica misión de Oklahoma.

Cuando llegó a Santiago Atitlán en 1968, el Padre Rother se enamoró de manera instantánea de la tierra volátil e imponente de los volcanes y terremotos –y, sobre todo, de su gente. Aprendió español y el idioma Tzu’utujil para atender a sus parroquianos, que lo llamaban “Padre Apla’s”, la traducción Tz’utujil para Francisco, su segundo nombre.

En sus 13 años de servicio sacerdotal en Guatemala, el Padre Rother ayudó a desarrollar una cooperativa de agricultores, un centro nutricional, una clínica hospital y la primera estación católica de radio en el área, la cual se utilizaba para la catequesis. Fue un promotor importante para desarrollar el Tz’utujil corno idioma escrito, lo cual llevó a la traducción de la liturgia de la Misa, el Leccionario y el Nuevo Testamento.

Patrón de las periferias

Los sacerdotes, las hermanas y los trabajadores laicos de Oklahoma sirvieron en la misión de Santiago Apóstol hasta el año 2000, cuando el crecimiento de las vocaciones locales fue suficiente para permitir que la diócesis asumiera el cuidado pastoral. Desde el inicio, el equipo misionero de Oklahoma entendió que los Tz’utujil eran agricultores que retenían mucho de su cultura y orgullo maya.

 “Aun antes de que el Papa Francisco empezara a hablarnos acerca de la urgencia de ir a las periferias, el Padre Rother había descubierto su lugar y su misión entre los mayas Tz’utujil en una remota región de Guatemala”, explicó el Arzobispo Paul S. Coaldey de la ciudad de Oklahoma. “Se había desplazado más allá de su zona de confort para abrazar una vida de discipulado misionero lejos de las comodidades familiares de Oklahoma.”

El Caballero Supremo Carl A. Anderson asimismo nombró al Padre Rother entre un número de “santos patrones de las periferias” de América del Norte en su discurso inaugural en la histórica Convención de Líderes Católicos, la cual tuvo lugar recientemente en Orlando.

En una carta con fecha de septiembre de 1980 a los obispos de Tulsa y la Ciudad de Oklahoma, el Padre Rother describía el clima político y anticlerical en Guatemala. La guerra civil de la nación entre el gobierno autoritario y las guerrillas izquierdistas que duró décadas –un conflicto que se estima cobró 200,000 vidas– iba en aumento.

Entonces, en su última carta de Navidad a los Católicos de Oklahoma, publicada en dos documentos diocesanos, el Padre Rother escribió: “La realidad es que estamos en peligro. Pero no sabemos cuándo o qué forma utilizará el gobierno para reprimir más a la Iglesia. ...Si es mi destino que deba dar mi vida aquí, entonces así será.”

Concluyó: “El pastor no puede correr a la primera señal de peligro. Oren por nosotros, que tal vez seamos un signo del amor de Cristo para nuestra gente, que nuestra presencia los fortificará para soportar estos sufrimientos en preparación para la venida del Reino.”

El Padre Rother, a quien exhortaron que huyera después de las amenazas de muerte, pasó unos meses de regreso en Oklahoma a inicios de 1981. Durante una homilía en su parroquia de Okarche, anunció que regresaría a Guatemala.

Esa Misa fue la última vez que Ron Schwarz vio al Padre Rother.

“Estaba tratando de explicar a la parroquia por qué se iba y era evidente que era por amor a su gente. Por eso tuvo que regresar en lugar de quedarse a salvo en Oklahoma”, recordó Schwarz.

“No muchos tomarían esa decisión”, añadió. “El Padre Rother sabía que era en Guatemala donde necesitaba estar. No lo hizo por la gloria. Tenía un llamado de Dios para estar ahí.”

Un modelo para los caballeros

El Padre Rother regresó a Guatemala a tiempo para celebrar la Semana Santa con sus feligreses.

De camino a la rnisión, el Padre Rother se detuvo en la casa del Obispo de Sololá Angélico Melotto, quien le rogó que no fuera, advirtiéndole que era demasiado peligroso. Pero el Padre Rother respondió, “Mi vida es para mi gente. No tengo miedo”, y el obispo no le prohibió al misionero que regresara.

Su martirio en solidaridad con su rebaño fue nada más y nada menos que una proclamación del amor de Dios por los pobres de Santiago Atitlán.

El Arzobispo Coakley supo por primera vez de la vida del Padre Rother mientras estudiaba en el Seminario Mount St. Marys en Emmitsburg, Md. –el alma mater del Padre Rother. “El impacto de su testimonio heroico y martirio ha sido una inspiración y un reto para mi desde entonces”, dijo el arzobispo, quien es miembro del Consejo Oklahoma 1038 en la Ciudad de Oklahoma.

En una homilía en una de las iglesias satélite de la misión en el 30° aniversario de la muerte del Padre Rother, el Arzobispo emérito de la Ciudad de Oklahoma Eusebius J. Beltrán señaló, “él sabía de los peligros que existían aquí en ese momento y estaba grandemente preocupado por la seguridad de la gente. Es muy claro que el Padre Apla ha muerto por ti y por tu fe.”

El Arzobispo Beltrán servía corno obispo de Tulsa en el momento de la muerte del Padre Rother en 1981. También era miembro del Consejo 1038 de Oklahoma, ha estado asociado a los Caballeros de Colón desde su niñez, cuando era miembro de los Escuderos.

En su labor caritativa, los Caballeros pueden inspirarse en el Padre Rother, quien “dedicó gran parte de su energía a ver que se cuidara a las viudas y a los huérfanos”, dijo el Arzobispo Beltrán. “Muchos esposos y padres fueron asesinados en las terribles masacres de ese tiempo.”

Cuando los Caballeros en Okarche, El Reno y Kingfìsher for maron la Asamblea 2854 en 2004, todos asumieron que debería llamarse como el párroco de Oklahoma.

“No hubo duda de que deberíamos nombrarla en honor del Padre Rother,” dijo el Fiel Auditor David Krittenbrink.

Muchos de los que aman la memoria del Padre Stanley Rother se reunirán para la ceremonia de beatificación el 23 de septiembre, incluyendo al Tesorero Supremo Ron Schwarz y su madre, Emalene, quien fue una de las compañeras de clase del Padre Rother. En honor del amado misionero y mártir, el Consejo Supremo hizo una donación a la Arquidiócesis de la Ciudad de Oklahoma para apoyar también económicamente la celebración.

El Padre Donald Wolf, pastor de la Iglesia de St. Eugene y miembro del Consejo 10822 de St. Eugene, ambos en la Ciudad de Oklahoma, estarán entre los numerosos parientes del Padre Rother que asistirán. De acuerdo con el Padre Wolf, la conexión más profunda con su primo Stanley es su sacerdocio.

“Su disposición a morir al servicio de los que pastoreaba es el vínculo que toca mi corazón,” dijo. “No seré llamado a hacer algo así, pero ver la invitación diaria de servir en cada pequeño detalle corno parte de mi sacerdocio es una conexión con él. Es un vínculo que en ocasiones no merezco pero que aún así celebro.”