María: Madre de Dios y corazón de mujer
En el tiempo de Navidad, tiempo de contemplación y de gozo cristiano, al inicio del año 2022, con la sombra de la pandemia, de los estragos, inseguridades y resultados que ha provocado, conviviendo entre escenarios de desencarnada realidad y de idealismos virtuales, el Papa Francisco nos comparte una reflexión viva y oportuna enraizada en el día que la Iglesia vive la Solemnidad de María Madre de Dios.
Conservar y a meditar todas las cosas, sin tener miedo a las pruebas, con la alegre certeza de que el Señor es fiel y sabe transformar las cruces en resurrecciones.
El Santo Padre, partiendo de la realidad del pesebre de Belén y de María, comienza con la pregunta:
“¿Cómo unir el trono de un rey y el pobre pesebre?”… ¿Cómo se concilia la gloria del Altísimo y la miseria de un establo?”.
“Frente al pesebre, el relato y el asombro de los pastores recuerdan la condición de los inicios en la fe. Allí todo es fácil y sencillo, nos alegramos con la novedad de Dios que entra en la vida, que lleva a todos los ámbitos un clima de asombro. Mientras la actitud meditativa de María es la expresión de una fe madura, adulta, no de los comienzos. No de una fe que acaba de nacer, sino de una fe que se ha convertido en generadora. Porque la fecundidad espiritual pasa a través de la prueba”.
“En su corazón, en su oración, realiza este proceso extraordinario, une las cosas hermosas con las feas; no las tiene separadas, sino que las une.”
“En su corazón de madre comprende que la gloria del Altísimo pasa por la humildad; ella acepta el plan de salvación, por el cual Dios debía ser recostado en un pesebre. Contempla al Niño divino, frágil y tiritando, y acoge el maravilloso entramado divino entre grandeza y pequeñez. De ese modo conserva María, meditando”.
Crédito fotográfico Vatican Media
Una mirada de cuidado, de amor que renueva la esperanza
“Es una mirada concreta, que no se desanima, que no se paraliza ante los problemas, sino que los coloca en un horizonte más amplio. Y María va de ese modo, hasta el calvario, meditando y conservando, conserva y medita.”
“Su mirada es una mirada consciente, que no se hace ilusiones y, sin embargo, más allá del sufrimiento y de los problemas, ofrece una perspectiva más amplia, la del cuidado, la del amor que renueva la esperanza. Esto hacen las madres. Saben superar obstáculos y conflictos, saben infundir paz”.
“El nuevo año inicia bajo el signo de la Santa Madre de Dios, en el signo de la Madre. La mirada materna es el camino para renacer y crecer”.
El lugar de María en la Iglesia, que es también Madre, se encuentra en su profundidad de su ser mujer, madre, esposa, discípula atenta, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, una Iglesia que es madre, una Iglesia que es, en ese sentido, mujer.
María, madre de Dios y madre nuestra.