Jubileo de la Misericordia en el Continente Americano

Evento realizado en Bogotá del 27 al 30 de agosto de 2016, convocado por la CAL, el CELAM, y acogido por la Arquidiócesis de Bogotá

Redacción CAL
09/09/2016
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[Galería fotográfica al final del artículo]

Del 27 al 30 de agosto se desarrolló la gran Celebración del Jubileo Extraordinario de la Misericordia en el Continente Americano en la ciudad de Bogotá, Colombia. El evento, convocado por la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL) y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), con el apoyo de la Arquidiócesis de Bogotá, sede de la celebración, contó con la participación de más de 120 Cardenales y Obispos de todo el Continente Americano, decenas de sacerdotes, religiosas y religiosos, Rectores de Santuarios, líderes de movimientos eclesiales y numerosos fieles, que se congregaron para orar y reflexionar en torno al llamado de ser "misericordiosos como el Padre", según el impulso del Año Jubilar convocado por Su Santidad el Papa Francisco.

El evento comenzó con la oración del Papa Francisco para este Jubileo, expresando el deseo de que "un viento impetuoso de santidad recorra el Jubileo de la Misericordia en todas las Américas".

En el acto inaugural, presidido por el Cardenal Marc Ouellet, Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina y por el Cardenal Rubén Salazar Gómez, Arzobispo del Bogotá y Presidente del CELAM, estuvieron también presentes el Nuncio Apostólico en Colombia, Monseñor Ettore Balestrero y el Presidente de la República de Colombia, el Sr. Juan Manuel Santos Calderón, quien acudió respondiendo a la invitación del Arzobispo de Bogotá, el Cardenal Salazar.

En su bienvenida, el Cardenal Salazar, luego de agradecer a la concurrencia y de expresar su alegría por la inauguración del evento, aludió al sentido principal del mismo, al señalar que "ser discípulo es aprender a ser misericordioso", e hizo hincapié especialmente en la intención real del evento que, "como tal no se trata de un congreso en el que primera la profundización de la doctrina, sino de una celebración en la que experimentamos juntos, representando a todos los países del continente americano, la infinita misericordia de Dios para cada uno".

El Cardenal Ouellet, por su parte, luego de agradecer la numerosa respuesta a la convocatoria, especialmente por parte de los Cardenales y Obispos "de todas las latitudes del Continente Americano", recordó también el sentido de la reunión, invitando a todos a vivir intensamente las jornadas de "oración, reflexión, intercambio de experiencias y, sobre todo, de conversión personal, pastoral y misionera", entendiendo la ocasión como una verdadera "efusión del Espíritu Santo".

También el Nuncio Apostólico en Colombia recordó en su saludo que "la misericordia no es fruto de una reflexión teológica, sino más bien el producto de una realidad existencial", e introdujo con sus palabras el Mensaje Audiovisual que el Papa Francisco envió a los participantes, de casi 30 minutos, lo cual suscitó mucha admiración y el agradecimiento de los presentes hacia el Papa.

El Santo Padre inició sus palabras expresando su alegría por la enorme representatividad en el evento, "al saber que han podido participar todos los países de América Latina", lo que, según afirmó, le recordaba la experiencia del Sínodo de América, de hace casi 20 años, y desarrolló su reflexión a la luz de la primera Carta del apóstol Pablo a Timoteo (1,12-16), especialmente de una idea que constituyó el elemento medular de la reflexión: la necesidad de reconocer que "hemos sido tratados con misericordia". “En medio de nuestros pecados, nuestros límites, nuestras miserias; en medio de nuestras múltiples caídas, Jesucristo nos vio, se acercó, nos dio su mano y nos trató con misericordia”, afirmó Francisco, y añadió con fuerza que “la misericordia es una forma concreta de «tocar» la fragilidad, de vincularnos con los otros, de acercarnos entre nosotros”. El Santo Padre desarrolló una bellísima reflexión, que recordó a los presentes que ese "trato de misericordia" ha de constituir el itinerario pastoral de los dicípulos-misioneros, sin el cual “nuestra pastoral quedrá truncada a medio camino”.

Francisco cuestionó a los participantes preguntándoles si en la catequesis y en la formación de seminaristas enseñan “el camino de tratar con misericordia”. Y continuó: “En esto se juega nuestra acción misionera, nuestros planes pastorales. En esto se juegan nuestras reuniones de presbiterios e inclusive nuestra forma de hacer teología: en aprender a tener un trato de misericordia".

Especialmente conmovedor fue el momento en que, en medio de su reflexión, se dirigió de manera directa a los destinatarios del mensaje -especialmente a los Obispos y Sacerdotes- y les dijo: “por favor, se lo pido: sean pastores que sepan tratar y no maltratar”.

El Papa Francisco concluyó su discurso expresando su deseo de “que este encuentro nos ayude a salir fortalecidos en la convicción de transmitir la dulce y confortadora alegría del Evangelio de la misericordia”.

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Tras la proyección del Videomensaje el Presidente Juan Manuel Santos tomó al palabra y, luego de agradecer a los prelados de la Iglesia católica su presencia y de darles la bienvenida al país, expresó su gratitud al Papa Francisco y a la Iglesia por el apoyo permanente en el complejo proceso hacia la paz que vive el país, y aludió continuamente durante su discurso a la necesidad de buscar "la reconciliación y al perdón que libera". El Presidente hizo hincapié especialmente en la oportunidad feliz de un acontecimiento de esta naturaleza en Colombia, en un momento en que el país, y toda América Latina, necesitan dejarse permear profundamente por el mensaje de Misericordia al que nos invita el Año Jubilar.

La mañana continuó con la conferencia de Mons. Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización", titulada "Este es el gran tiempo de la misericordia". Ella se centró en la Eucaristía y el Testimonio como dos "rostros" de la misericordia, que "reflejan su belleza". Mons. Fisichella invitó a los presentes a dar forma concreta a la misericordia y a acoger la llamada "a ser ‘signo e instrumento’ de la misericordia del Padre”.

Decenas de opiniones y reflexiones fueron luego recogidas en los grupos de trabajo en los que Cardenales, obispos, Sacerdotes, religiosas y laicos provenientes de diversos países latinoamericanos y caribeños, así como de Estados Unidos y Canadá, dialogaron sobre las exigencias y los desafíos que se plantean para vivir en la Iglesia y en la sociedad en tiempos de misericordia.

Por la tarde tuvo lugar una procesión por las calles de Bogotá. No todos los días una ciudad asiste a la peregrinación de centenares de obispos, cardenales, religiosas, religiosos, laicos y sacerdotes. Al paso de los participantes en el Jubileo Extraordinario de la Misericordia en el Continente Americano, por las calles de Bogotá, hacia la Basílica Menor de Lourdes, sorprendidos, muchos transeúntes hacían un alto en su cotidianidad, incluso perplejos.

Una cruz presidió al peregrinación de aproximadamente un kilómetro, que fue acompañada a su paso por cantos y oraciones de los participantes. A su llegada al Santuario de Lourdes, los participantes se dispusieron para el inicio de la Liturgia Penitencial que presidió el Arzobispo de David, el Cardenal José Luis Lacunza Maestrojuán, la cual constituyó uno de los momentos más significativos de todo el evento. 

En el amplio contexto del Año de la Misericordia convocado por el Papa Francisco, los participantes reflexionaron sobre el lugar que ella tiene, ante todo, en la propia vida y en la propia relación con Dios, lo que posibilita el anuncio evangélico. Como señaló el Card. Lacunza en su homilía, Por eso, “experimentar la misericordia de Dios debe convertirnos en ‘misioneros de la misericordia’ o, como decía el papa Francisco en su video-mensaje, debe hacernos pastores capaces de tratar, no de maltratar”. La Liturgia Penitencial concluyó significativamente con la celebración del sacramento de la reconciliación, al que acudieron centenares de fieles, en primer lugar los mismos Cardenales y Obispos.

A la Liturgia Penitencial siguió la Santa Misa presidida por el Cardenal Marc Ouellet, Presidente de la CAL, quien en la homilía reflexionó sobre el pasaje bíblico en que Jesús resucita al hijo de una viuda.  “Este gesto espectacular de misericordia –señaló el Cardenal­– preparaba la guía para lo que debía suceder más tarde en la cruz donde la muerte fue derrotada por el amor misericordioso de Dios”. “La cruz de Cristo –añadió– es el acontecimiento central de la historia de la humanidad, es la obra maestra de misericordia de la Santísima Trinidad”.

El segundo día de actividades marcó su inicio con una Celebración Eucarística presidida por Mons. Joseph Kurtz, Arzobispo de Louisville y Presidente de la Conferencia Episcopal estadounidense. En su homilía, el Obispo reflexionó sobre la importancia de “acompañar a quienes están profundamente necesitados de misericordia, pero sólo después de haber permitido a Jesús entrar en nuestros corazones con su misericordia”. Junto a monseñor Kurtz, el cardenal Gérald Lacroix, arzobispo de Quebec y primado de Canadá, y monseñor José Horacio Gómez, arzobispo de Los Ángeles, fueron los concelebrantes principales.

Luego del desayuno, tuvo lugar la conferencia del Presidente de la CAL, el Cardenal Marc Ouellet, con el tema “La Iglesia, sacramento de la misericordia en América”. Durante su intervención, Ouellet exhortó a la Iglesia en América a ser sacramento de misericordia en el continente. “¿De qué manera la Iglesia católica –cuestionó el Cardenal– puede testimoniar mejor la misericordia al interior de nuestras sociedades que siendo ricas de historia y de valores religiosos, permanecen sin embargo marcadas por la miseria, la injusticia, la corrupción y la secularización?” Y para responder a esta pregunta recordó la historia evangelizadora de América, unida por una misma fe de la mano de la Virgen de Guadalupe, junto a los santos y a los mártires, y resaltó la importancia del testimonio que han de dar las familias cristianas y los laicos, insertos en la vida pública. A la Conferencia siguió un animado diálogo en los grupos de trabajo, inspirado por la pregunta sobre cómo realizar la misericordia en la misión de la Iglesia.

Lo dicho por el Cardenal se complementó muy bien con la conferencia que tuvo lugar el mismo día por la tarde, pronunciada por el padre Eduardo Chávez, canónigo de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en México, y Director del Centro de Estudios Guadalupanos, quien presentó el tema “Santa María de Guadalupe nos muestra el camino de la santidad en el amor misericordioso de Dios”. Su presentación, a partir del contexto histórico que rodea el “Acontecimiento Guadalupano” y con ricos elementos culturales, antropológicos y teológicos, confirmó la centralidad de Jesucristo con la mediación de María en las búsquedas de santidad y misericordia del continente americano. “Ella –señaló el p. Chávez– es la perfecta discípula y pedagoga de la evangelización”.

Luego de la Conferencia del p. Chávez, tuvieron lugar dos mesas redondas con la presentación de las vidas de grandes santos americanos como “testigos de la misericordia en América”. En ellos se presentó el testimonio representativo de decenas de santos americanos agrupados de manera simbólica en relación con sus diversos carismas. El Card. Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara y Presidente de la Conferencia Episcopal de México, presentó a los “santos mártires” Katerina Tekakwitha, Roque González y mártires del Paraguay, y Mons. Óscar Romero, así como a los mártires de la primera evangelización y mártires mexicanos de la persecución en el siglo XX; El Card. Gerald Lacroix, Arzobispo de Quebec, presentó a los “santos misioneros de la nueva evangelización” Francisco de Laval, Junípero Serra y José de Anchieta; la Hna Maria Helena Revillas, de la Compañía de Santa Teresa de Jesús en Colombia, presentó a las “santas místicas” Rosa de Lima, Mariana de Jesús, Teresita de los Andes y Marie de l’Incarnation; Mons. Andrés Stanovnik, Arzobispo de Corrientes, presentó a los “santos pastores” Toribio de Mogrovejo,  Rafael Guizar Valencia y el Cura Brochero; Mons. Julio Edgar Cabrera Ovalle, Obispo de Jalapa, presentó a los “santos de los desamparados” Pedro Claver, Laura Montoya y Francisca Cabrini; y finalmente el p. Francisco José de Roux, S.I., Director del Centro de Fe y Culturas y Profesor de la Pontificia Universidad Javeriana en Colombia, presentó a los “santos de la caridad” San Martín de Porres, Pedro de Betancur y Alberto Hurtado.

A la salida del Auditorio, en los espacios aledaños, se presentaron diversos murales formados por imágenes y datos importantes de muchos otros santos de América que por razones de tiempo no fueron mencionados en las exposiciones. 

La tercera jornada inició con el trasfondo litúrgico del martirio de San Juan Bautista en la Santa Misa presidida por Mons. Sergio da Rocha, arzobispo de Brasilia y presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB). Mons. da Rocha, en su homilía, señaló que “¡misericordia y misión caminan juntas!”, dado que “la Iglesia de la misericordia es una Iglesia en salida” y, al mismo tiempo, “la Iglesia en salida es una Iglesia de la misericordia”. Como concelebrantes principales acompañaron a Mons. Sergio el cardenal Odilo Sherer, arzobispo de São Paulo, y monseñor Belisario Da Silva, arzobispo de São Luís de Maranhão y vicepresidente del CELAM.

La mañana de esta tercera jornada del 29 de agosto estuvo marcada por una experiencia que seguramente dejó una profunda huella en los participantes, pues se dedicó a visitar casi una treintena de obras de misericordia esparcidas por la ciudad de Bogotá, donde compartieron momentos de cercanía y amistad con directores, voluntarios y con muchos beneficiarios de dichas obras, tratándose especialmente de personas pobres, en estado de abandono o de enfermedad. Esta actividad quiso ser un signo concreto de que la misericordia se vive en la acción concreta y a través del testimonio. Divididos por grupos, los participantes visitaron obras como la Fundación del Buen Pastor, donde se acoge a mujeres salvadas de la prostitución ofreciéndoles la posibilidad de reorientar su proyecto de vida; cerca de dicha casa, otro grupo visitó la obra de Servidores del Servidor, donde se atiende a personas vulnerables y menores en situación de riesgo; otro grupo visitó la Fundación Voluntariado Juan Pablo II, que acoge a personas ancianas; también se realizó la visita al “Hogar Verónica”, que acoge a niños y niñas con VIH y Sida, donde se les garantiza seguridad alimentaria, vivienda y atención psicológica y espiritual. 

Quienes participaron en estas y las demás obras de misericordia pudieron luego compartir su experiencia en los diálogos por grupos que se realizaron al inicio de la sesión de la tarde.

Luego de ello tuvo lugar un Panel de experiencias de obras de misericordia en el Continente Americano. En él participaron dieron su testimonio Andrew Walther, en representación del profesor Carl Anderson, Caballero Supremo de los Caballeros de Colón, el padre Renato Poblete, del Hogar de Cristo en Chile, el Hermano Hans Stapel, de Fazendas de Esperança en Brasil, Mons. José Luis Azuaje, de Caritas Latinoamericana y Vicky Thorn, del Proyecto Raquel de los Estados Unidos, que trabaja a favor de las personas que buscan reconciliación y recuperación ante la experiencia del aborto. Luego de una breve pausa, dieron también su testimonio, como ejemplo de nuevas obras de misericordia solicitadas por el Papa Francisco a los Obispos, Mons. Felipe Arizmendi, Obispo de San Cristóbal de las Casas, en México, quien habló de la obra “Casa del Migrante”, Mons. Fernando Chomalí, Arzobispo de Concepción, quien habló de la obra “Lavandería 21, Inclusión Social” y Mons. Christian Lépeni, Arzobispo de Montreal, quien habló de la obra “Présence auprés des personnes itinerantes”. 

La tercera jornada se cerró con una adoración eucarística en la que los participantes pudieron rezar juntos ante el Santísimo Sacramento, dando testimonio de que no son las obras humanas o la simple compasión o filantropía, sino la misericordia y el amor que vienen de Dios, los que pueden transformar el mundo y darle esperanza en medio del dolor y de tantas carencias humanas.

El último día del encuentro inició con una Conferencia doble, titulada “La Misericordia como alma de una cultura del encuentro, del perdón y de la reconciliación en el Continente Americano”, dirigida por Mons. Luis Augusto Castro Quiroga, Arzobispo de Tunja y Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia y por Mons. José Horacio Gómez, Arzobispo de Los Ángeles, Estados Unidos. Como inspiración para estas dos intervenciones se tomó la frase del Papa Francisco: “Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón, lo que no significa restarle valor a la justicia o hacerla superflua, al contrario”. Siguieron algunas intervenciones libres con opiniones y preguntas a los participantes y finalmente el diálogo por grupos.

La Gran Celebración Jubilar del Continente Americano se cerró con una solemne Eucaristía celebrada en la Iglesia llamada “Porciúncula”, presidida por El Cardenal Rubén Salazar Gómez, Arzobispo de Bogotá y Presidente del CELAM, que estuvo precedida por el rezo del “Rosario Continental por la Paz”. Durante su homilía, y a manera de “conclusión” de las reflexiones y experiencias vividas en los cuatro días del encuentro, el Cardenal Salazar propuso tres consideraciones. En primer lugar, siguiendo la lectura de San Pablo, el llamado a “gloriarse en el Señor” permitiendo que “el Señor nos tome y nos transforme haciéndonos signos e instrumentos de esa gloria”, como signos de su misericordia y su fuerza transformadora. En segundo lugar, que “ser hechos signos e instrumentos de la misericordia divina como fuerza liberadora y transformadora de la existencia humana y de la realidad del mundo es la manifestación de la presencia del Reino de Dios, instaurado en la muerte y resurrección del Señor y que llegará a plenitud en la consumación de la historia”. Y finalmente, que “todo en nuestra vida se ordena, se integra, se unifica permitiéndonos entregarnos totalmente a ser signos e instrumentos de la misericordia del Señor”.

La Santa Misa concluyó con el agradecimiento general y los saludos finales tanto de parte del Cardenal Salazar como del Presidente de la CAL, Marc Ouellet, ambos organizadores principales del evento. A la celebración siguió una cena de despedida.

El Cardenal Marc Ouellet y el Cardenal Rubén Salazar, en representación de todos los participantes, enviaron una carta de saludo al Santo Padre Francisco, en la que compartieron con él brevemente la alegría por el éxito del encuentro y agradecieron sus oraciones y su mensaje, que constituyó una fuente de reflexión que iluminó significativamente las reflexiones.

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